sábado, 7 de marzo de 2009

HRS 053


HRS 053 LOS 5000 cdr
"comiendo alveolos por azufre"
En momentos en que todo el mundo discute cuánto vale un disco y cuál es la mejor manera de distribuirlo, un desadaptado como Carlos Reinoso regala los suyos a los amigos o los vende a mil pesos si alguien se lo pide. La cabeza del sello Horrible Registros graba su música con personal estéreos, teclados de juguete y máquinas que otros desechan, dibuja y arma a mano las carátulas, les pone número de serie y ya cuenta con cincuenta y tres referencias. No tiene página web y es difícil conseguir una copia, por lo que un disco como Comiendo alvéolos por azufre se convierte es un objeto de colección. Un lujo barato, pero exclusivo al fin.
"Eso es lo que me gusta de Los Andes: no hay ninguna onda. Yo pinto y hago música desde un lugar neutro", contaba hace poco Carlos Reinoso sobre su lugar de origen. Desde esa ciudad cordillerana despliega con consciente rusticidad todos sus talentos sin necesidad de pertenecer a grupos ni tendencias y desde allí creó nombres tan particulares en la escena nacional como Mostro, Las Babas del Diablo (el alter ego que, aseguramos desde acá, dará que hablar en 2008), Come Perro Fuma Gato y Los 5000, el dúo que mantiene junto a Juan Pablo Cacciottolo y que, dicen, ha editado más de veinte registros sólo este año, buena parte de ellos inspirados en enfermedades respiratorias.
Las patologías humanas son tema frecuente en el trabajo visual y musical de Reinoso y en Comiendo alvéolos por azufre son representadas por medio de interferencias, acoples, traqueteos y desfases. Hay ritmos que quieren ser normales y que sus amos desarticulan, al rato se entromete una canción de Mostro pero la castigan hasta desfigurarla, más tarde invitan a una fiesta bailable en la sala de tortura y después echan a los invitados. Sólo de elementos antimusicales y ásperos están hechos los cinco tracks, N.N., de Comiendo alvéolos por azufre, un disco de ruido artesanal donde se escucha la manipulación de los aparatos, se nota la factura manual de la carátula y se huele la pintura tóxica que lo recubre.
l.f saavedra mus.cl

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